- Conecta con sus intereses y su realidad
Los estudiantes se desenganchan cuando no ven la relevancia de los que aprenden.
Conecta los temas del currículo con su vida cotidiana, sus pasatiempos, la cultura pop o los eventos actuales.
Si enseñas matemáticas, muestra cómo se usan para crear un videojuego o presupuestar un viaje. Si enseñas historia, relaciona los eventos del pasado con los conflictos avances del hoy.
La clave es mostrar que el conocimiento no está aislado, sino que es una herramienta para entender el mundo. Incorporar ejemplos prácticos y cercanos hace que el proceso de aprendizaje sea no solo más atractivo, sino también más significativo.
Por ejemplo, al estudiar ciencias, se pueden realizar experimentos simples en casa que ilustren principios fundamentales, como la densidad o la energía cinética, usando objetos cotidianos. Al enseñar literatura, se puede invitar a los estudiantes a crear sus propios relatos inspirados en sus experiencias personales o en sus series favoritas, fomentando la creatividad y la expresión individual.
Además, es fundamental fomentar un entorno de aprendizaje colaborativo donde los estudiantes puedan compartir sus perspectivas y aprender unos de otros. Esto no solo enriquece el proceso educativo, sino que también crea una comunidad de aprendizaje donde cada voz es valorada.
Al final del día, el objetivo es cultivar en los estudiantes un sentido de curiosidad y un deseo de explorar, de modo que lleven consigo las herramientas y el deseo de seguir aprendiendo mucho después de que dejen el aula.