Cuentos para educar en valores y actitudes

cuentos para educar en valores y actitudes

Una de las metas fundamentales de cualquier sistema educativo consiste en formar valores y actitudes en los educandos.

Desde los inicios de la pedagogía los educadores han intentado transmitir no sólo conocimientos científicos e información, sino facilitar valoraciones acerca de la realidad y ofrecer métodos para conseguir coherencia entre pensamientos y conductas.

 

La carrera de los sapos

(Cuento)

Valor: PERSEVERANCIA

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Érase una vez una carrera de sapos en el país de los sapos. En objetivo consistía en llegar a lo alto de un gran acantilado que se encontraba en aquel lugar.

Todo estaba preparado y una gran multitud de sapos y ranas se reunió para aplaudir y gritar por todos los participantes. Cada quien tenía su favorito y había hecho su apuesta. En su momento se dio la salida y todos los sapos comenzaron a saltar.

La multitud creía que nadie llegaría a la cima de aquel acantilado pues, ciertamente, era muy alto; todo lo que se escuchaba era: No lo van a conseguir, qué lástima, está muy alto, es muy difícil, no lo van a lograr.

Así la mayoría de los sapitos empezaron a desistir. Pero había uno que persistía, pese a todo, y continuaba subiendo en busca de la cima.

Como la multitud continuaba gritando que era muy difícil y no lo podrían conseguir, todos los sapitos empezaron a darse por vencidos, excepto aquel que se seguía esforzando tranquilo y cada vez con más fuerza. Finalmente fue el único que llegó a la cima.

Cuando se le proclamó vencedor muchos fueron a preguntarle cómo había conseguido llegar hasta arriba y realizar semejante proeza.

La sorpresa llenó a todos al darse cuenta que el sapito perseverante era sordo.

Sé siempre sordo cuando alguien dude de tus sueños. No des oídos a las voces que intenten desanimarte.

 

 

 

Cuento El anillo

Valor: AUTOESTIMA

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El joven discípulo se presentó con actitud humilde ante el maestro de sabiduría y, sin atreverse a levantar la mirada dijo:

Maestro me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que soy torpe. Nadie me quiere. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valores?

El maestro de sabiduría le dijo:

Lo siento muchacho, pero no puedo ayudarte. Primero debo resolver unos problemas personales. Quizá después…Y haciendo una pausa agregó:

Si quisiera ayudarme, podría resolver este problema con rapidez y tal vez después pueda echarte una mano.

El joven quedo muy desilusionado. Una vez más lo dejaban al lado. Sus problemas y preocupaciones parecían no importar a nadie. Pero acepto ayudar al maestro.

El maestro de sabiduría se quitó el anillo que llevaba puesto en la mano izquierda, lo dio al muchacho y agregó:

Toma el caballo que está afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este añillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que tengas por el la mayor suma posible, pero no aceptes menos de diez monedas de oro. Vete y regresa lo más rápido que puedas.

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El joven tomó el anillo y partió hacia el mercado. Una vez allí, lo ofreció a los mercaderes que encontraba a su paso. Éstos lo miraban con interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo. Cuando el joven mencionaba las diez monedas oro, algunos reían, otros le volvían la espalda…

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Después de ofrecer su joya a todo el que cruzaba en su camino, y abatido por su fracaso, montó su caballo y regresó. Entró a la habitación, donde estaba el maestro, y le dijo: Maestro, lo siento pero no me ha sido posible conseguir lo que me pediste. Quizá pudiera haber conseguido dos o tres monedas, pero no creo que pueda engañar a nadie respecto al verdadero valor del anillo.

El maestro, tomando entre sus manos el anillo, dijo al joven:

No importa lo que haya dicho la gente del mercado. Ninguno de ellos entiende de orfebrería. Debemos primero saber el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero de la ciudad, que es un experto anillos. Diles que quieres vender el anillo y pregúntale cuánto te da por él. No importa lo que ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.

Llegó a la joyería. El anciano orfebre examinó el anillo a la luz, lo miro con su lupa, lo peso, y luego dijo:

Dile al maestro que si lo quiere vender ya, no puedo darte más que sesenta monedas de oro por su anillo.

Ante la admiración y extrañeza del joven discípulo el orfebre persiguió:

Con tiempo podríamos obtener por él cerca de setenta monedas, pero no sé…Sí la venta es urgente…

El discípulo corrió emocionado a casa del maestro, a contarle lo sucedido.

El maestro de sabiduría, después de escucharlo le respondió:

Tú eres como este anillo: una joya valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida partiendo que cualquiera conozca tu verdadero valor?

Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en un dedo de su mano izquierda y partió.

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